jueves, 26 de septiembre de 2013

La Inquisición Literaria y otros cuentos

No es mi afán comparar a mi Ecuador con las penosamente ultrajadas Cuba o Venezuela, pues todavía gozamos del derecho constitucional del papel higiénico, de insultar a los políticos y artistas sin ir presos (en vivo y por cámaras) y de la circulación de diarios con noticias que no están tan censuradas, pero algo no está bien.
Puedo asegurar que soy completamente apolítica, que no me interesan los que están a favor o en contra del gobierno, y que la mayoría de veces soy de las que mira desde afuera todos los acontecimientos que suceden en el país y simplemente piensa "dale poder a alguien y siéntate a mirar que hace con el". Pues hoy lo he comprobado, cuando como escritora, no famosa, sé que un libro ha sido prohibido en su etapa de publicación. Ya me imagino, trasladándome a la época de la inquisición de la que estamos replicando el modelo obviamente, a los asesores del gobierno poniendo veneno en las páginas para saber a ciencia cierta quien osó leer un libro prohibido o interviniendo los teclados para saber el contenido de los textos que están siendo escritos y censurarlos, simplemente como escritora me pregunto, con mucho temor, si mis libros van a ser prohibidos el día de mañana. 
Pues siempre enseñé a los que quisieron aprender de mi, y a los que me pagaban por hacerlo, que la libertad inicia en el pensamiento, en la palabra escrita, que dentro de uno mismo, no existían jaulas, no existían límites, y penosamente en mi país, un libro acaba de ser prohibido, poniendo en duda mi creencia sobre la libertad de pensamiento. Y aunque ahora me pregunto con mayor frecuencia si todos los que escribimos con la libertad de pensamiento vamos a ser censurados, sé que seguiremos escribiendo, llevando a la gente todo tipo de conocimiento, inspirando otros mundos, otras creencias, otros modelos económicos y políticos, sin importar cuantos asesores gubernamentales o instancias más altas se opongan.
Por último, desde mi profesión (publicista y marketera), me atrevo a decir que la prohibición a la circulación del libro "Una tragedia ocultada" del misionero Miguel Ángel Cabodevilla, es la mejor publicidad que pudo haber obtenido de parte del gobierno, pues despertaron la curiosidad de millones de personas, que ahora haremos (me incluyo, pues soy la primera curiosa) lo imposible por obtener una copia, tal vez no tenga un rédito económico la publicación de este libro, pero estoy 100% segura de que el nombre del mismo y su autor, pasarán a la historia como "El primer libro prohibido del siglo XXI" y ya quisiera yo como escritora, que el título de uno de mis libros pase a formar parte de la historia de mi país y Latinoamérica. Vendría a ser como el "Óscar a mejor película" de los libros, dejando en mi el mayor orgullo por una de mis creaciones.

Kari M Galarza

No hay comentarios:

Publicar un comentario